Las palabras se avergüenzan tanto


Las palabras se avergüenzan tanto
de la cursilería del amor
que corren como perros con miedo
hasta los bordes de un espejo roto.

Porque el amor es una mariposa
entre los dedos de un bruto.

Las palabras se avergüenzan tanto
que no es posible nombrar a los amantes
sin dejar que los dados rueden hacia la noche
donde se detendrán en medio del vacío.

Todo sueño es un desencuentro
y todo encuentro un sueño
donde queremos ver el dedo platinado
de Dios o del destino.
El olor de su sexo ciertas noches
y la violencia con que nos amamos
son ahora el suspiro que tuvo un espejismo.

Las palabras
que han alcanzado la mayoría de edad
se escuchan a sí mismas sonando
bajo la luz desinfectada
de un día invernal.